La salida del infierno
Por: Víctor Miguel Villanueva
@victormiguelvh
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El Atlante
permaneció en el infierno de la Segunda División exactamente 311 días, del 29
de julio de 1976 al 5 de junio de 1977. Su regreso no fue fácil: 54 partidos,
la mayoría en campos de juego indignos de una división profesional; problemas
de los jugadores por cobrar sus sueldos, pues a Fernando González, Fernandón,
no le importaba la categoría donde estuviera su equipo, su mezquindad no tenía
límites. Eso sí, su afición lo acompañó y en 27 juegos realizados en el Estadio
Azteca jamás lo vio perder, el Potro
regresó sin derrota ante su público fiel.
El
torneo de Segunda División, en su fase regular, era de 46 jornadas. Atlante terminó como líder general,
como el mejor de todos con 27 victorias, 12 empates y sólo 7 derrotas; con 75
goles a favor y únicamente 33 en contra. Sumó 66 puntos, cuatro más que el
sublíder Necaxa. Al final de las 46 fechas se formaron dos grupos con cuatro
equipos que se enfrentarían entre sí, a visita recíproca; el ganador iría a la
final por el ascenso al máximo circuito. Los
Potros de Hierro quedaron integrados en el grupo A con Necaxa, la Universidad
Autónoma del Estado de México y el Tampico.
Alejandro Bonavena Ramirez y Gustavo Beltrán, capitanes de hierro. |
Antes de ponerse el
balón en juego de la Liguilla de Ascenso, los periódicos hablan que a los
jugadores del Atlante se les debían 300 mil pesos. Fernandón se presentó horas antes a pagar un poco más de la mitad
del adeudo a los capitanes del equipo Gustavo
Beltrán, Armando Franco y Miguel Hernández, ellos tres recibieron
en efectivo 194 mil pesos. Así el 7 de mayo de 1977 el Atlante estaría en la cancha del estadio Azteca contra el Tampico.
25 mil aficionados
acudieron esa noche al coso de Tlalpan. El equipo azulgrana alineo con: Armando Franco; Miguel Hernández, Alejandro
Bonavena Ramírez, Fernando Villegas
y Rolando Mejía; Gustavo Beltrán, Rafael Romero Reyes y Gerardo
Lugo Gómez; Palomino, Crescencio Sánchez y Arnoldo El Payo Correa. Los
primeros 45 minutos fueron de sufrimiento, los atacantes azulgrana no
encontraban el arco visitante; Lugo
dominaba el medio campo, había llegadas, pero no el gol. A los 5 minutos de la
segunda parte El Payo Correa, por fin, pudo sacudir la red
tampiqueña y al 82 Crescencio Sánchez hizo
el segundo. El primer paso estaba dado. Necaxa también había ganado a la UAEM,
próximo rival del Atlante.
El partido también se efectuó
en el estadio Azteca. El marcador también fue de 2-0; los anotadores fueron Gustavo Beltrán a los 36 minutos y Gerardo Lugo a los 51, luego de un pase
de “inglecita” del Payo. Como Necaxa
perdió en Tampico, la ventaja ya era de dos puntos en el grupo. Ahora se venía
el clásico en Nuevo Necaxa, Puebla, el 15 mayo de 1977.
El campo de Puebla,
llamado 14 de diciembre, sólo una parte tenía tribunas de madera; la mayoría de
la gente se sentaba en una loma adyacente a campo de futbol, sólo los separaba
una alambrada. Del otro costado, había un cerro, ahí no había gente, en lo alto
se veía la iglesia del pueblo. Ahí se jugó el Necaxa contra Atlante y pensar que en algún momento
de su historia los Electricistas contaron
con el Parque de futbol más hermoso de México y con césped inglés. Gerardo Lugo hizo al minuto 65 el 1-0
para la visita, pero Necaxa igualó a los 88 con un penal que los medios
impresos calificaron de “inexistente”.
Armando Franco, portero confiable y querido; José Che Gómez,
el técnico que sacó al Atlante del infierno; y Gerardo Lugo,
de talento desbordante y amado como pocos por
la afición azulgrana.
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Al inicio de la segunda
vuelta de la Liguilla de Ascenso el Atlante
dio un golpe de autoridad en Tampico: ganó 3-2. Bonavena Ramírez hizo el
0-1 al cobrar una falta, el 1-2 fue de Rafael
Romero Reyes con un disparo de larga distancia y el 1-3 de Miguel Hernández también con un disparo
desde fuera del área. Necaxa perdió con la UAEM y quedó eliminado del torneo.
Pero el camino a la final no estaba despejado.
El estadio Gutiérrez
Dosal de Toluca, La Bombonera, fue testigo el
22 de mayo de 1977 del triunfo de la UAEM sobre el Atlante por 2-1. El técnico azulgrana José Che Gómez salió por el punto que necesitaba
para calificar, utilizó a siete jugadores de características defensivas,
dejando sólo a Lugo y a Correa adelante. Aún así, le anularon
un gol a Gustavo Beltrán y, ya con
el 2-0 en contra, Romero Reyes pudo
acercar al equipo en el marcador. La derrota en Toluca fue portada en los
diarios deportivos de la capital, incluso, sobre la Liguilla por el campeonato
de la Primera División. Faltaba una fecha y el grupo estaba así: Atlante 7, UAEM 6, Necaxa 5 y Tampico
2. En el otro grupo, Querétaro se había calificado ya a la final de ascenso.
Para el clásico contra
el Necaxa donde Atlante estaba
obligado a ganar para alcanzar la final de la Segunda División, el Estadio
Azteca abrió todas sus tribunas y fueron 50 mil personas las que llegaron para
ver si los Potros de Hierro jugarían
para volver a la Primera División. Gracias a esa taquilla los jugadores del Atlante recibirían los pagos que les
debía la directiva. Ante un ambiente de fiesta y drama los colores azulgrana y
rojiblancos se volvieron a ver las caras en un campo de futbol.
Las gráficas del 29 de
julio de 1976 mostraban a un Crescencio
Sánchez llorando por el descenso. Nadie lo olvidaba. Por eso, el jueves 26
de mayo de 1977, fueron más eufóricos los gritos de gol del Chencho y de la afición azulgrana. Sánchez se deshizo él solo del Necaxa
al anotar tres goles de los 4 que esa noche hizo el Atlante. El primero, a los 18 minutos, en un mano a mano con el
portero necaxista; el segundo, a los 35, gracias a un pase de Gustavo Beltrán que lo dejó sólo para
definir; el tercero, a los 46 minutos, al cobrar un tiro de castigo, y el
cuarto, a los 80 minutos, de Miguel
Hernández a pase de Lugo en un
tiro indirecto. ¡El Atlante era
finalista! Fue la noticia principal en Esto,
La Afición y Ovaciones, con Crescencio
Sánchez como la figura central del triunfo azulgrana. La ida sería en el
Azteca y la vuelta en Querétaro.
Crescencio Sánchez el héroe que llevó
a los Potros de Hierro a la final.
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La final del 31 de mayo
de 1977 tuvo instantes de drama y momentos de espectacularidad, como el hecho
de que el primer tiempo acabó 0-0 y que en el segundo se marcaron ¡seis goles
en 20 minutos! 75 mil personas acudieron al Azteca para apoyar a los Potros de Hierro, que tuvieron que
aguantar el nerviosismo por la perfecta defensa queretana que mantuvo sin goles
su partería, ante el acoso permanente del Atlante,
mágicamente dirigido por Gerardo Lugo,
durante el primer tiempo.
A los 60 minutos, Crescencio Sánchez recurrió a un
disparo de larga distancia, el balón no pudo ser sujetado por el portero
visitante y llegó Lugo para hacer
gritar a todo el estadio. Era el 1-0 para el Atlante y vendría más. Diez minutos después, otra vez Lugo sacudió la meta adversaria, un
pase de Gustavo Beltrán dejó solo al
rubio mediocampista azulgrana que acomodó su disparo para no fallar. El Azteca
se estremecía con la alegría de la afición azulgrana. Querétaro hizo su gol,
pero al 77 el Atlante amplió su
ventaja luego de una gran jugada de Lugo
por derecha, quien llegó hasta la línea final, hizo un pase retrasado, que tomó
Crescencio Sánchez para fusilar al
arquero, era el 3-1. A los 78 minutos Gallos
Blancos hizo el 3-2, pero un minuto después Beltrán filtró por derecha un pase a José Luis González que definió de maravilla para concretar una
victoria holgada y esperanzadora de que salir del infierno estaba a 90 minutos.
¡Ya mero Atlante! Cabeceó en portada
Esto.
El 5 de junio de 1977,
diez meses y 7 días después, todo el plantel del Atlante se tomó la foto oficial previo al juego en el Estadio
Municipal, tal y como lo hicieron tres décadas atrás en la obtención del primer
campeonato de Liga de la era profesional. Había 13 mil queretanos, por mil
atlantistas, incluido Fernandón. A
los 14 minutos Rafael Romero Reyes
es derribado dentro del área queretana. Crescencio
Sánchez pidió el balón, estaba seguro de marcar y poner al Atlante de
vuelta en el máximo circuito. No se equivocó, anotó engañando por completo al
portero. El marcador global era de 5-2 a favor de los Potros de Hierro. Antes de terminar el primer tiempo, Romero Reyes cometió penal que Gaspar
transformó en gol para despertar las tribunas del Municipal. Así se fueron al
descanso. Luego de 15 minutos de presión de los Gallos Blancos, el capitán Gustavo
Beltrán filtró a Arnoldo Payo Correa que vio la posibilidad de disparar y lo hizo desde afuera
del área, el balón llegó a la red y el partido estaba sentenciado. Atlante dejaba el infierno.
La portada del diario Ovaciones. |
Los jugadores se
abrazaron, fueron a donde estaban sus fieles seguidores, juntos festejaron; la alambrada
se venció, por lo que los atlantistas estaban en el terreno de juego; cargaron
en hombros a Armando Franco. Los
aficionados de Querétaro también ingresaron al campo y se liaron a golpes con
los del Atlante, el saldo de 17
heridos y 11 detenidos. Mientras tanto, Fernando
González buscaba el vestidor para festejar con sus jugadores, Esto relata que, en el camino, un niño
“gordo y con la camiseta del Atlante” se le abrazó a las piernas para darle las
gracias por el ascenso. La Afición
publicó una foto del mismo Fernandón llorando por el triunfo.
En el vestidor no hubo
ni sidra, ni champagne, sólo refrescos. Su presidente aseguró a los medios “el
atlantismo ha renacido con esto”. Armando
Franco señaló “con lágrimas nos fuimos y con ellas volvimos”. Mientras que
el vestidor era agredido con piedras y botellazos. ¡Bienvenido Atlante! Era la
portada de Ovaciones. Días después Fernando González les otorgó una comida
a los campeones y les obsequió a cada uno de los jugadores una placa de
terciopelo rojo con su nombre y el escudo del Atlante. Y con eso concluyó el paso del Atlante por el infierno.
Fuentes: Esto, La Afición y Ovaciones.
Aclaración: Las fotografías NO corresponden a los hechos aquí
narrados, sólo cumplen la función de ilustrar el relato.
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