El Atlante se saca la lotería en 1978


Fernando González, el singular Fernandón dueño del Atlante, había declarado a la prensa que se sentía como “perro en el Periférico” la noche del 10 de octubre de 1978. Sin embargo, en ese mismo momento el atlantismo comenzaba a vivir una época de bonanza económica, inédita en su historia, de éxito deportivo aunque no alcanzaría a coronar con un título. El llamado equipo del pueblo esa noche vio el final de sus limitaciones monetarias: era un nuevo rico. Al otro día, los atlantistas leían en los periódicos que su equipo había sido cedido por Fernandón al Instituto Mexicano del Seguro Social, sí, al IMSS.
            El Atlante en la temporada 1975-1976 había descendido por primera vez en su historia. Regresó al máximo circuito al siguiente año. En la temporada 1977-1978 eludió un nuevo descenso de puro milagro: superó por un punto al Unión de Curtidores y por diferencia de goles al Atlético Potosino. Para la temporada 1978-1979 el equipo fue encomendado a Ernesto Tetos Cisneros y se “mexicanizó”, que fue un eufemismo que uso Fernandón para decir “no tengo dinero para reforzar al equipo”, es decir, estaba una vez más condenado a pelear por el no descenso. En la jornada 1 en el estadio de la Martinica luego de ir ganado 2-0 con goles de Crescencio Sánchez y José Luis González Calaca II, Unión de Curtidores le sacó el empate a dos sobre el final. En su presentación en el Azteca, el 17 de septiembre, no sólo los atlantistas vieron un contundente 4-0 de Cruz Azul sino que además observaron a Gerardo Lugo Gómez vestido de azul celeste, quien fue vendido después de representar a México en la Copa del Mundo de Argentina 1978; una tragedia más. En la fecha 3 perdió en su visita al Plan de San Luis por 2-0. En la 4 y en la 5 no pasó de un empate sin goles con Veracruz y Zacatepec, respectivamente.
            Fue justo cuando la luz se hizo. La noche del 10 de octubre de 1978, Fernando González citó a los medios de comunicación al despacho ubicado en el primer piso del número 6 de la calle de Berna en la Colonia Juárez. Era el despacho de su apoderado el licenciado José Luis Mendoza, que estaba ahí junto con Joaquín Badillo presidente del equipo y Gustavo Beltrán capitán de los Potros de Hierro. Con su característico pelo cano por completo y sus cejas negras, Fernandón anunció algo insólito: se desprendía del Atlante. Había cedido gratuitamente los derechos del equipo al Instituto Mexicano del Seguro Social.
Camiseta y escudo del Atlante-IMSS.
            Aseguró que lo hizo “sin dinero y sin presiones de ninguna índole”. Luego se justificó “sabemos que el futbol profesional ha evolucionado y estamos conscientes de que ya no podemos darle al seguidor del equipo todo lo que él quisiera como tal”. Agregó que no fue venta “pese a que hubo muchas ofertas de firmas comerciales”, así como del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y del Departamento de Distrito Federal (DDF). Un reportero le preguntó ¿cómo se sentía luego de 15 años como dueño del Atlante” y Fernando González contestó “como perro en Periférico”.
            Joaquín Badillo leyó las cinco cláusulas que contenía el documento para ceder al Atlante. La tercera tenía 5 condiciones, entre las que sobresalían no cambiarle el nombre –se le podía agregar después de este alguna nomenclatura– y no abandonar el Estadio Azteca. El capitán azulgrana, vestido con traje claro, camisa blanca sin corbata, su abundante melena y su cara de incredulidad dijo “el cambio será benéfico, pero extrañaremos al señor Fernando González”.
            Diez días después de este anuncio en una entrevista a Esto el exdueño del Atlante contó que en 1965 el general José Manuel Núñez le cedió al equipo con las condiciones de que “no lo vendas nunca, jamás le cambies el nombre ni de colores al uniforme”. Cuando le cuestionaron que la operación con el IMSS era por cuestiones de adeudos con el Seguro Social, Fernando González contestó “al Seguro no le debo ni madres” y aseguró que “entregué al Atlante limpiecito”. Además de recordar que lo mismo hizo años atrás cuando cedió al América a la familia Azcárraga.
            El día 11 de octubre, el IMSS aceptó la donación del Atlante. El Consejo Técnico del Seguro Social formado por un representante del Instituto, uno del sector empresarial y otro de los trabajadores, dieron el sí a las 9 de la noche. El director del IMSS, Arsenio Farrell Cubillas, dijo “que el equipo sirva como un medio para impulsar el deporte entre los trabajadores”.
Arsenio Farell Cubillas, aceptó al Atlante.
El jefe de Relaciones Públicas de la dependencia gubernamental, Amado Treviño, fue más efusivo en sus declaraciones a la prensa; antes que nada dijo que el IMSS peleó por equipo incluso “con gobernadores” que querían para ellos a Los Potros. Luego aseguró que a partir de ese momento el Atlante era “el equipo con mayor de afiliados en el mundo”, pues el IMSS contaba con “22 millones de afiliados”. Finalizó afirmando que “el club sería el más rico de la Primera División”.
Ya con la noticia confirmada, la afición del Atlante se hizo presente en el Deportivo Reynosa para ver el entrenamiento de su Potros y qué había cambiado. Alejandro Bonavena Ramírez, Crescencio Sánchez y el veterano Marcos Rivas Barrales –que buscaba regresar al equipo para retirarse del futbol– coincidieron en que el cambio era “benéfico” y explicaron por qué: “Ahora los pagos serán puntuales”. Los rumores entre el nuevo rico se volvieron el pan de cada día. Se afirmaba que tendrían nuevos campos de entrenamiento, que los primeros refuerzos no tardaban en llegar y hasta se publicó que Carlos Reinoso dejaría al América para ir al Atlante.
El 15 de octubre el Atlante-IMSS debutó contra los Tecos de la Autónoma de Guadalajara en el Estadio Azteca. Era la jornada 6 de la temporada 1978-1979. Los once exprietitos que eligió el Tetos Cisneros fueron: Armando Franco; Arturo Zárate, Alejando Bonavena Ramírez, Miguel Hernández y Emilio Gallegos; Cosío, Víctor Manuel Vucetich y Gustavo Beltrán; Palomino, Crescencio Sánchez y José Luis González Calaca II. Pero en la cancha se les negó el gol: 0-0, mientras que en la tribuna, al parecer, a la mayoría de los 22 millones de afiliados se les olvidó ir al Azteca: la entrada no pasó de 5 mil personas. Lo más sobresaliente es que el técnico azulgrana informó que el jueves 19 el IMSS daría una conferencia de prensa para dar a conocer los planes del nuevo Atlante.
Calaca II, vivió los dos polos. Brilló con el Atlante pobre
y con el Atlante rico.
Antes, el día 17, los jugadores recibieron puntual y completa su quincena, lo que significó una “magnífica novedad” comentaron algunos de ellos. Aunque se les informó que no habría aumento de sueldo, que conservarían los mismos de la era Fernandón hasta el fin de la campaña, pero que sí recibirían primas por objetivos alcanzados. Se informó que el equipo dejaría de entrenar en Azcapotzalco y se mudaría a la Unidad Cuauhtémoc del IMSS en Naucalpan. Se insistía en que Reinoso sería Potro, lo mismo que José de Jesús Aceves, Luizinho y José Váldes, todos ellos del equipo de Coapa.
Finalmente, el día 19 de octubre de 1978, el Instituto Mexicano del Seguro Social hizo oficial el anuncio de que aceptaba la donación del Atlante. El titular del IMSS insistió en que el equipo era parte de la estrategia de la dependencia para promover el deporte entre los trabajadores; que había un presupuesto para esto de 90 millones de pesos y que el Atlante no sería una carga; que el objetivo era hacerlo campeón como hicieron a Felipe Muñoz campeón olímpico en 1968. Además anunció que los derechohabientes del IMSS pagarían la mitad del costo del boleto en el Azteca cuando jugara el Atlante. Ofreció a los jugadores, presentes en la conferencia, atención médica y de capacitación a todos los niveles para ellos y sus familias; incluso tendrían “una dieta alimenticia determinada por especialistas”. Arsenio Farrell Cubillas miró a los jugadores y les dijo “sean un ejemplo de limpieza dentro y fuera de la cancha”; luego volteó al frente y afirmó “hemos tomado a este equipo para mejorarlo, no para destruirlo”. Finalmente, prometió no cambiarle el nombre ni los colores y desmintió la construcción de un estadio propio para los Potros.
Ese mismo día se confirmó que José de Jesús Aceves y Luis Alberto Da Costa, Luizinho, se incorporarían de inmediato al Atlante. Lo de Carlos Reinoso no se concretó porque el chileno no quiso. Se fichó al portero Jorge Cruz Teista, se buscaría hacerse de los servicios del brasileño Spencer y se trataría de regresar a Gerardo Lugo al feudo azulgrana. Sólo lo del llamado Talento no se concretó. Pero Aceves y Luizinho fueron fundamentales para regresarle el gol al Atlante.
Los dueños del Atlante con 22 millones de socios.
Esa temporada, 78-79, el equipo azulgrana terminó en el lugar 17 con 31 puntos. No era el mejor de los inicios para el Atlante-IMSS, pero era sólo eso, un inicio de algo grande en la historia del club, que alcanzó su máximo esplendor en la temporada 1981-1982 cuando fue primer lugar con el 69 por ciento de efectividad, con el tercer título de goleo de Cabinho, con tribunas con público y con una final ante los Tigres que se perdió. En 1984 el IMSS cedió al Atlante al Departamento del Distrito Federal y comenzó otra época.
Es innegable que el 10 de octubre de 1978 el Atlante se sacó la lotería al ser cedido por Fernando González al IMSS. No hubo campeonatos, pero se evitó un descenso más que posiblemente hubiera sido el fin del equipo. Pero sin lugar a dudas, lo más trascendental fue que, con el Seguro Social, el Atlante volvió a ser protagonista de la Liga, respetado por sus contrincantes y los atlantistas tuvieron algunas temporadas para saber lo que era apoyar a un equipo que les ofrecía más victorias que derrotas y que era un orgullo decirse atlantista y portar una playera azulgrana.

Fuentes:
Esto, Estadio, La Afición y El Heraldo de México, octubre de 1978.
Nota: las fotografías no responden necesariamente a los hechos aquí contados.


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