Si te cierran la puerta, te metes por la ventana (o el día que me hice mundialista)
Por: Víctor Miguel Villanueva
@VíctorMiguelV
Ahí estaba frente a mis ojos, a unos
metros. Era el día esperado por toda mi vida. En verdad parecía un platillo
volador. En esos momentos, aún no pasaba por mi mente el consejo que siete años
atrás me dio mi profesor de Prácticas Periodísticas, Leopoldo Gutiérrez, en la
Universidad Nacional Autónoma de México. Simplemente, lo observaba y me
preparaba para hacer mi trabajo: un enlace en
vivo con reacciones del público en el Stade
de France, previo al juego inaugural de la Copa del Mundo de Francia 1998,
entre Brasil y Escocia.
Salí
de la estación del tren acompañado de los ruidosos aficionados escoceses
ataviados con la playera azul marino de su selección y su Kilt. Los brasileños, más madrugadores, ya estaban en la explanada,
algunos, más impacientes, en las gradas. Caminé, me dejé llevar por el impulso,
seguramente con una cara de incredulidad y al mismo tiempo de emoción por estar
ahí. Tenía por lo menos 20 años esperando ese momento y ocho se haberse
convertido en una obsesión cuando vi un enlace en vivo, para televisión, a un reportero mexicano en el día previo
a la inauguración de Italia 90, en Milán.
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El Stade de France desde la estación del tren de Saint Denis. Foto del autor tomada el 10 de junio de 1998. |
En
la XVI Copa del Mundo de Francia 1998, mi principal responsabilidad como
reportero de Grupo Acir era cubrir a
la Selección Mexicana. Pero aquel 10 de junio había recibido de orden de
trabajo “hacer color”, las horas previas al juego inaugural desde el estadio de
Saint Denis. Por eso estaba ahí. El teléfono celular sonó por primera vez.
Escuché decir al señor Guillermo Ochoa al presentarme, ante el auditorio y saludarme,
que me encontraba en un lugar de privilegio a las afueras del Stade de France. Y sí, en efecto, eso
era, un privilegio.
Fueron
dos o tres enlaces para los diferentes espacios noticiosos de Radio Acir 1260 y Súper Deportiva 1180. Volvió a sonar el teléfono. Era mi jefe de
información que me pedía regresar al IBC,
“Si no, te vas a perder el juego”, me advirtió. Pero ¿en realidad quería
volver? ¿A qué querría regresar al Centro Internacional de Medios a ver el
Brasil vs Escocia en un monitor de
televisión? Fue ahí cuando vinieron las palabras de mi profesor Leopoldo
Gutiérrez: “Si te cierran la puerta, te metes por la ventana”. Entonces me
propuse firme e ilusionadamente cumplir mi sueño, el de toda la vida: ingresar
al estadio y ver en vivo mi primer juego de Copa del Mundo.
Crucé
el primer retén de seguridad. Revisaron el gafete que me acreditaba como reportero
mexicano; revisaron la maleta; me revisaron a mí y con una sonrisa me invitaron
a proseguir. No podía creer la fácil que había sido llegar hasta los pies del Stade de France. Miles de aficionados
con playeras amarillas accedían por túneles y escaleras eléctricas. Los
escoceses seguían ingiriendo cerveza y divertían a los aficionados neutrales
levantándose sus cuadriculadas faldas. A lo lejos se escuchaba música y la voz
del estadio.
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Al medio tiempo del Brasil vs Escocia desde la tribuna de prensa. |
Ubiqué
el letrero que anunciaba el acceso a la prensa acreditada. Me formé atrás de
fotógrafos y otros reporteros de distintos países. Tras otra revisión al
gafete, la mochila y a mí, me abrieron el paso a una esbelta escalera eléctrica
que me depositaria al final a unos metros de la tribuna de prensa. Seguía
sorprendido de la facilidad para acceder y para estar tan cerca de cumplir mi
sueño. Conforme subía, el bullicio del estadio aceleraba mi corazón. Llegué al
final. Otra vez el letrero: acceso a prensa, en inglés y en francés. Otra vez
dos voluntarios que, con una sonrisa, te saludaban. Vieron mi gafete mientras
yo me estiraba para mirar el césped, ya podía observar las tribunas y unos
globos gigantes elevarse en el espacio.
Me
preguntaron por mi boleto de acceso. No entendía y menos si me explicaban en
francés. Con señas me mostraron que debía tener un boleto para ingresar a la
tribuna de prensa; sin él era imposible y me invitaron, siempre amablemente, a
trasladarme sobre ese mismo pasillo a la sala de prensa del estadio y ahí ver
el juego inaugural de la Copa del Mundo. Así lo hice. Finalmente, pensé con
resignación, estar ahí no era el sueño cumplido, pero bueno, qué más da, si lo
había intentado.
En
los monitores de televisión con muchos otros reporteros veía la ceremonia. Se
escuchaban las aclamaciones del público. El estadio ya tenía sus 80 mil lugares
ocupados. Desde luego la mayoría eran brasileños, pero los escoceses, en la
curva norte se hacían sentir. Eran los últimos actos musicales cuando comenzó a
suceder un movimiento extraño en la Sala de Prensa. Me acerqué a ver de qué se
trataba.
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La salida de las selecciones nacionales con mosaica en la tribuna. |
Tres
miembros de prensa del Comité de Organización se pusieron detrás de un
mostrador, uno de ellos con una lista y los otros dos con boletos en las manos.
Resulta que no basta estar acreditado para el Mundial, aunque posea tu medio
los derechos de transmisión, para acceder a la tribuna de prensa, ni siquiera
para transmitir un juego. La radio y la televisión con derechos compran una
posición de comentaristas con tres asientos, un monitor, una consola de
transmisión y tres diademas con micrófono. Los boletos para prensa escrita se
otorgaban con el sistema de apuntarte en una lista dos días antes de cada
juego. Cincuenta por ciento de los lugares son para la prensa de los países
involucrados ese día en el juego, 25 por ciento para cada uno. El resto, el
otro 50 por ciento, para quienes lo soliciten y se anoten en la lista, sin
importar que sus selecciones no jueguen en esa sede.
Comenzaron
a vocear nombres. Los que escuchaban el suyo levantaban la mano y les daban el
boleto. “Si te cierran la puerta, te metes por la ventana”. Fue un instante,
algo que no se piensa; sólo escuchas un nombre, nadie reclama el boleto y
entonces gritas “YO” y levantas la mano, aunque el nombre pronunciado suene a
griego o a búlgaro, quizá hasta turco. Ese instante y tu instinto te llevan a
poner cara de “es el mío” y con ¿astucia? tapas la palabra “México” de tu
gafete y de pronto llega a tus manos el boleto: el pase para cumplir tu sueño.
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El boleto de la Ceremonia de Inauguración de Francia 1998. |
En
la puerta de acceso a la prensa estaban los mismos voluntarios de una hora antes.
Mostré el boleto y ambos me permitieron el paso. Era tan hermoso el Stade de France por fuera, y por dentro
lo doble. El césped estaba vacío. La Ceremonia de Inauguración había terminado.
Apuré el paso para sentarme a vivir el Brasil vs Escocia. Me tocaron la espalda, venía la pesadilla: la joven
voluntaria me explicaba algo que no entendía. Entonces me tomó de la mano. Así
se debe sentir cuando estás a punto de morir. El latido de tu corazón ya no te
gusta; no, ahora te angustia.
Revisó
mi boleto y con señas me explicó que estaba en un lugar incorrecto. Que mi
lugar no era en esa butaca, sino en un mini palco de madera, con acrílico a los
lados y un monitor para las repeticiones. Se volvió a despedir sonriendo y me
dejó ahí. Eso, definitivamente, no estaba en el script de mi sueño. Pero no tardé en aceptarlo. Sonó mi teléfono,
otra vez era mi jefe de información que quería saber donde estaba, “el juego
está por comenzar”, me subrayó. Pero yo me apresuré, quizá hasta con soberbia, a
decirle que estaba dentro del estadio, que vería el Brasil vs Escocia en vivo. Pese a su insistencia, no le conté cómo había
ingresado. Después de todo, él no entendería Si te cierran la puerta, te metes por la ventana.
Se
escuchó el himno de la FIFA. Ingresaron los contendientes de esa tarde del 10
de junio de 1998 en el Stade de France
que pondrían en marcha de la XVI Copa del Mundo; ambos con sus clásicos
uniformes. Se entonaron los himnos y cuando el árbitro José María García Aranda
silbó el inicio, me sentí la persona más afortunada del mundo. No a diario se
cumple un sueño. Un sueño que fue madurando desde Argentina 1978, que creció en
España 1982, se confirmó en México 1986, se volvió obsesión en Italia 1990, se
vio cerca en Estados Unidos 1994 y se realizó en Francia 1998.
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Acreditación para Francia 1998. |
Mi
debut mundialista, lo sabía desde un mes antes, estaba previsto para el 13 de
junio en el Stade de Gerland de Lyon
en el México vs Corea del Sur. Pero
los sueños, no se planean. Suceden. Aparecen. Como ese 10 de junio de 1998 en
que César Sampaio a los cinco minutos de juego me hizo despertar al gritar su
gol y me puso a disfrutar el Brasil vs
Escocia que inauguró el Mundial de 1998.
NOTA: Las fotografías fueron tomadas por el mismo autor de este blog.
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