El Cobarde, Fishman y Sangre Chicana con pasaporte a la inmortalidad.

Por: Víctor Miguel Villanueva
@VictorMiguelV

En la segunda mitad de la década de los setenta del siglo XX la lucha libre mexicana estaba proscrita de la televisión. La industria cinematográfica del país también había abandonado las historias que mezclaban el arte del pancracio con seres míticos de ésta o de otra galaxia, para hacer cine de ficheras. Por lo mismo, los luchadores se ganaban la idolatría única y exclusivamente en el ring, con sus máscaras, sus cabelleras, sus capas, sus evoluciones, su técnica y su rudeza. Igualmente, era un tiempo de transición: algunas leyendas comenzaban a pensar en el retiro, a la par una generación de luchadores iniciaba su camino al estrellato, a la inmortalidad.
Sangre Chicana y Fishman. Imágenes "dantescas".
Revista Box y Lucha
Hemeroteca Nacional
Universidad Nacional Autónoma de México.
            Tal es el caso de El Cobarde, Fishman y Sangre Chicana, tres gladiadores que protagonizaron el Primer Triangular de Máscaras en la historia de la lucha libre mexicana. Pero no fueron los míticos combates del 23 y 30 de septiembre de 1977 los que inmortalizaron a este trio. Sino lo que fue de ellos tras esos dos viernes perennes en la memoria de la afición. El hombre pez se confirmó como la gran estrella que ya era; Chicana comenzó a partir de ahí una carrera  que lo pone entre los mejores rudos de todos los tiempos; mientras que la temprana muerte del El Hombre Bicolor afianzaría su leyenda.
Todo comenzó el 2 de septiembre de 1977
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Todo comenzó en la lucha estrella del 2 de septiembre de 1977 en la Arena México. En un torneo de parejas se disputaron el triunfo El Cobarde y El Faraón contra Adorable Rubí y Fishman. Surgió “un inesperado pique” entre el hombre pez y el de negro y blanco; se hicieron añicos las máscaras. Hasta esa noche la afición sabía que Fishman tenía gran rivalidad con El Faraón, pero no con El Cobarde.
            Una semana después, 9 de septiembre, se volvieron a enfrentar, pero ahora en tríos. En el bando rudo aparecía Sangre Chicana y con los técnicos el joven Ringo Mendoza. El público se puso “histérico”  y la arena “enloqueció” con esa lucha. En la segunda caída Chicana y Fishman se “ensañaron” con El Cobarde, lo golpearon hasta el cansancio, lo ensangrentaron y, por supuesto, le rompieron la tapa. Pero el enmascarado de negro y blanco reaccionó “hizo añicos las frentes y las máscaras” de sus contendientes. La afición deliraba con el espectáculo el cual fue calificado como “una gigantesca carnicería”, decían que esos tres ofrecían “visiones dantescas, del más allá”. Este combate desde aquella noche pasó a los anales de la historia. Pero aún faltaba más.
           
Se destrozaron físico y máscaras.
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El viernes 16 de septiembre el cartel de la Arena México anunciaba una batalla campal de tríos. Los ganadores fueron El Cobarde, Ringo Mendoza y El Monarca contra Fishman, Sangre Chicana y la joven promesa Tony Salazar. El pocho maldito tenía con doble tirante a los brazos al técnico bicolor, lo que permitía al hombre pez golpearlo a placer. El Cobarde pudo tirar una patada y cometió faul a su rival: lo descalificaron. Ante la desaprobación general del público. En medio de la protesta Chicana y El Cobarde se trenzan en una caída extra que emocionaba más a la afición. Al final el luchador técnico le preguntó a los 16 mil testigos presentes con quién debía jugarse la capucha ¿Fishman o Chicana? La gente elige al renegado y El Cobarde acepta, lo cual enloquece a todos, más al hombre pez.
            Sin embargo, el día en que se hacía oficial la presentación del duelo máscara contra máscara entre El Cobarde y Sangre Chicana, Fishman irrumpió en la conferencia de prensa, “pidió a gritos entrar a la contienda”. Así el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL) anunció el Primer Triangular de Máscaras de la historia para conmemorar los 44 años de la lucha libre en México. La mecánica sería: el 23 de septiembre se sortearían, con una moneda al aíre, los turnos para enfrentarse mano a mano, el primero que perdiera dos caídas, dejaría la incógnita esa  noche y los otros dos se volverían a enfrentar en un duelo directo, máscara contra máscara a dos de tres caídas y sin límite de tiempo, el viernes 30 de septiembre. Sólo uno conservaría su tapa.
Al principio sólo era máscara vs máscara.
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            La México fue insuficiente, aunque los precios de ring numerado hayan pasado de 25 a 100 pesos o los de general de 6 a 15 pesos, la ocasión lo ameritaba: quienes estuvieran ese día en el recinto de la colonia de Los Doctores serían testigos de algo sin precedentes en la historia. Sangre Chicana subió de rojo por completo, salvo su antifaz amarillo sobre la máscara; Fishman con su combinación en verde con algas en amarillo; El Cobarde con la mitad de su vestimenta en blanco y la otra en negro; los tres con capas de lujo: roja, verde y blanca, respectivamente.
            El Cobarde y Fishman, tras el sorteo, se enfrentan en la primera caída. El técnico gana con una rana. Ahora se medirá a Chicana a quien también vence con una “despiadada” palanca al brazo. El hombre bicolor defendió con éxito su identidad. Así que los rudos tendrían que jugarse la máscara a una caída. Se dice que antes de este combate eran grandes amigos, de hecho, al inicio de la contienda pelean técnicamente. Hasta que “se vieron atrapados en su propia violencia” y la lucha subió de intensidad, aunque eso sí, jamás se rasgaron las máscaras y mucho menos se sangraron. Fishman aplicó magistralmente una Moreliana, creación de Bobby Bonales, que no pudo resistir su oponente. A las 10:55 de la noche Sangre Chicana, por su propia mano, se despojó de su máscara, dijo llamarse Andrés Richarson, ser originario de Nuevo Laredo, residente de la ciudad de Chicago, tener 25 años de edad y cuatro de luchador profesional.
El rostro del Pocho Maldito.
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            Finalmente, el viernes 30 septiembre de 1977 concluiría el Primer Triangular de Máscaras de la historia. Fishman había declarado que su incógnita era un trofeo “que no merece el bicolor”. Para demostrarlo con hechos se apunta la primera caída con una plancha. Para el segundo asalto El Cobarde hace su llave favorita: una “despiadada” palanca al brazo. Todo concluiría en una definitiva tercera caída donde no había perdón ni indulto. El de la máscara blanca y negra intenta un tope suicida entre la segunda y la tercera cuerda; ambos regresan al ring antes de los 20 segundos. El demonio verde ahora sufre un Crucifijo, pero con su experiencia lo convierte en rana, no hay rendición. Así que Fishman opta por hacerle “pedazos el físico, la cara y la máscara”; El Cobarde puede “regresar algo de la golpiza”. Pero luego de fallar una plancha, queda merced del rudo: quien le realiza una cruceta y un doble tirante “cracks, crujieron brazos y pernas”. Se rindió.
            “El público permanecía callado. El Cobarde lucía de pie en medio del ring de la Arena México, estaba cabizbajo, con la máscara destrozada y el rostro de sangrentado; atrás de él el réferi Eddie Palau le quitaba las cintas de la capucha bicolor, que por últimos instantes en su vida portaba….”(1). Luego el réferi le arrancó la máscara “violentamente”, Miguel Ángel Delgado mostró su rostro “recio” al “expectante pópulo”. Dijo ser de Ciudad Juárez, Chihuahua, y tener 30 años de edad.
           
Miguel Ángel Delgado, El Cobarde.
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Luego de esto Fishman alcanzó el olimpo de la lucha libre mexicana y nunca nadie lo pudo desenmascarar. Sangre Chicana fue un ejemplo de brutalidad, de bajezas y de rudezas; incendió cualquier arena donde se paró, los técnicos le temieron, los rudos lo respetaron y la afición lo reconoció como un grande del pancracio. Miguel Ángel Delgado, El Cobarde, perdió la vida años después. Nunca fue el mismo desde aquella noche del 30 de septiembre de 1977; pero su capucha bicolor es un emblema imborrable en la memoria colectiva de este deporte.


NOTA 1:  Reportero Candadito en la revista especializada Box y Lucha.

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