Nuevo Estadio, debuta el Atlante y nace el Clásico.

Por: Víctor Miguel Villanueva
@Victormiguelvh


El 9 de octubre de 1927 no es cualquier fecha en la historia del futbol mexicano. De ninguna manera. Ese domingo de hace 87 años el Parque Asturias abrió sus puertas para recibir a 10 mil aficionados y mostrar su remodelación, que lo hacía en ese entonces el máximo escenario futbolístico del país. Igualmente comenzaba la Liga 1927-1928 con el equipo más poderoso de la época: el Necaxa, que enfrentaría a un equipo llanero, que con su futbol y sus primeras hazañas, se ganó el derecho de estar en la máxima categoría, nos referimos al Atlante. Por si fuera poco todo eso, aquella mañana en el estadio de Paseo de la Reforma nació el primer clásico del futbol mexicano: entre los Prietitos y los Electricistas.
Uno de los primeros clásicos Atlante vs Necaxa.

            Durante el receso del campeonato liguero el Parque Asturias fue remodelado. La zona de sombra ahora lucía una estructura de madera que soportaría un techo de tejas impermeables “de las más modernas y mejores que se conocían”. Además esta tribuna, según la crónica periodística de El Universal, tenía once filas de asientos. En cambio, la tribuna de sol estaba completamente concluida. La innovación era que se prolongaba sobre la cabecera poniente; el proyecto de remodelación del Parque Asturias incluía la misma cabecera en la zona oriente para así quedar el campo de juego completamente rodeado de tribunas. La capacidad entonces pasaría de 10 a 14 mil aficionados.
            Por último, las 10 mil personas que ingresaron esa mañana estuvieron perfectamente sentadas, lo cual hacía una diferencia con el Parque España donde había público de pie como lo apunta la crónica de Excélsior. También, la afición futbolera de la capital conoció aquel día las vallas metálicas que separaban a la gente del campo de juego e impedían las invasiones de cualquier lado. Incluso, días antes un jugador del Real Madrid había brincado a la tribuna del Parque España para enfrentar a un aficionado (1). Con la red metálica y todo lo anterior sin duda el Parque Asturias fue reconocido en ese entonces como “lo mejor que existe en México en su clase”.
Juan "Trompito" Carreño. Símbolo azulgrana.
            La expectación era grande. Además de ver al Necaxa, al campeón América, que jugaría ante el México, en la doble cartelera que era costumbre de la época, había cierta curiosidad entre la afición por ver cómo los “llaneros” del Atlante podrían adaptarse a jugar en “campos que brindan cierta comodidad”. Ese era sin duda un gran aliciente para el público que colmó las tribunas del Parque Asturias.
            J. Cid y Mulet en su Libro de Oro del Futbol Mexicano cuenta que en los años veinte el Atlante jugó en la Liga Nacional de futbol llanero, que incluso llegó a sumar 200 equipos, y fue ahí donde alcanzó gran popularidad entre la afición. Los azulgrana ganaron esa Liga en las temporadas 1925, 1926 y 1927. Por lo cual solicitaron su ingreso a la Federación Mexicana de Futbol. La misma fuente señala que en 1926 fue elegido para representar a México en los primeros Juegos Centroamericanos, llama más aún la atención que previo a su debut en la máxima categoría enfrentó al Real Madrid en una gira que por el país hacía el cuadro merengue (2). También es digno resaltar que la Federación le puso como condición para ser aceptado enfrentar a los equipos más poderosos de la Liga. Así, el Atlante enfrentó al Deportivo Toluca al cual venció 7-3 y luego al campeón América por dos goles a uno. Se habían ganado en la cancha el derecho a jugar en la Liga Mayor.
Los Prietitos, dejaron los llanos.

            Por eso el 9 de octubre de 1927 había expectación por ver al Atlante. Este equipo que hacía su debut y comenzaría a escribir su historia en la máxima categoría del país alineó con: Aurelio Rivera en el arco; Alejandro Corona y Núñez en la defensa; Carlos Grajales, Juan La Norteña Hernández y Sánchez en medio campo; y en la delantera puro símbolo del atlantismo de aquella época: Felipe El Diente Rosas, Juan Trompito Carreño, La Marrana Olivares, Fernando Patadura Rojas y Agustín El Compadre Pérez. Mientras que su oponente alineó con: Ernesto Pauler, “el Gran portero del Volga”; Maurare y Acosta; La Sardina López, Roberto Jardón y Felipe Méndez; en el ataque Clowle, Juan Ruíz, Miguel Ruíz, Raúl González y La Coneja Cuevas. Este Necaxa que ya era el equipo más importante del país y que en la siguiente década seguiría su dominio era, por supuesto, el gran favorito para imponerse al modesto equipo de los Prietitos.
            En el primer tiempo el poderoso Necaxa marcó dos goles a través de Pepe Ruíz y de Raúl González. Sin embargo, las cónicas señalan que el Atlante disputó palmo a palmo el triunfo a los Electricistas. Incluso afirman que hubo quien se sorprendió con su futbol pero que, “para los que conocían al Atlante, de verlo jugar en los llanos, la sorpresa no fue tan grande”. El equipo azulgrana empataría el juego en el segundo tiempo “contra todo lo que se esperaba”, además de que lo haría con un hombre menos.
El poderoso Necaxa

            Hernández, al cual le faltaba un brazo, resultó con fractura de tibia y peroné. Cuenta El Universal que el juego “fue brusco de ambas partes” y que el árbitro “estuvo indiferente”. Lo cierto es que Atlante jugó con 10 elementos. Necaxa pudo ampliar el marcador y asegurar la victoria “pero la ya reconocida y añeja costumbre de perder el tiempo frente al goal (SIC) contrario (portería), les impide repetidas veces alcanzar la victoria”. En cambio, el Atlante tuvo un buen trabajo a la defensa y mejor al ataque, del cual se decía “conservan algún resabio de atacar a los porteros, costumbre que deben desterrar, con lo cual su juego será de mayor lucimiento”. Lo cierto es que consiguieron empatar por conducto de Fernando Patadura Rojas.

            Había nacido el clásico. El antagonismo entre Necaxa y Atlante era natural: el primero era un club rico respaldado por una gran empresa, de uniformes impecables y con extranjeros en sus filas; el segundo por su parte era de condición humilde, que sólo contaba con el cariño de las masas populares, de harapientos uniformes y formado por jugadores humildes entre los que había yeseros, albañiles, carpinteros y de más oficios. Pero pese a estas diferencias tan marcadas de origen y de conformación, había algo que unía al Necaxa y al Atlante: el futbol que practicaban, que enamoraba a multitudes y que partido a partido, desde aquel 9 de octubre de 1927 en el Parque Asturias, inauguró el primero clásico del futbol mexicano que surgió de manera espontánea entre la afición y que hoy cumple exactamente 87 años.

NOTAS:
1.- En septiembre de 1927 el Real Madrid, dirigido por Santiago Bernabéu, hizo un gira por México. En su segundo cotejo ante el Asturias, el jugador merengue Muñozgurri saltó a las tribunas para contestar el insulto de un aficionado.

2.- Fue el último juego de la gira del Real Madrid. El Atlante estuvo reforzado por jugadores del México y el portero del América. El marcador final fue de 4-1 a favor del equipo español.
3.- Las fotografías NO corresponden a los hechos narrados. Son solamente para ilustrar.

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