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Mostrando entradas de marzo, 2015

Bombas en la Basílica de Guadalupe

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E ra un domingo como cualquier otro. La Basílica de Guadalupe se encontraba llena de fieles cuando de pronto un estruendo y un intenso humo blanco causaron pánico. Eran exactamente las 10:30 de la mañana. La gente, al comprobar, que físicamente ellos estaban bien, experimentó un temor aun más fuerte. El humo blanco se dispersó y todos pudieron constatar que la imagen de la Virgen de Guadalupe estaba intacta. Un milagro, sin duda, coincidieron los ahí presentes aquel 14 de noviembre de 1921.             S egún algunas fuentes eclesiásticas desde “días antes” en el recinto guadalupano se habían visto “individuos sospechosos”. Al parecer los perpetradores del atentado dejaron dos artefactos explosivos debajo del altar de la Virgen de Guadalupe . En un hueco que se forma entre dos muros gruesos de mármol, donde había un gran crucifijo y fueron escondidas con candeleros grandes de flores. Para llegar ahí se necesita subir por una pequeña escalera escondida también de mármol. Durante

El Perro del Bien

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¡ L os quiero un chingo! Fueron las últimas palabras de Pedro Aguayo, el inmenso Perro Aguayo , al despedirse del público de la Arena México . Pero no se iba del todo, pues esa misma noche en el mítico coso de la colonia de los Doctores debutaba El Hijo del Perro Aguayo. Era una fortuna estar ahí con un micrófono para narrar la despedida de uno de los más grandes de la lucha libre mexicana y la presentación de su hijo. I gualmente había sido un privilegio, a finales de los años setenta, ver en plenitud de facultades al Perro Aguayo . Si la memoria no me traiciona el presentador de la Pista Arena Revolución dijo que la lucha estelar se adelantaba pues había muerto la madre del Perro Aguayo y éste, en un acto de profesionalismo, no quería irse sin luchar. Aún no se apagaban las luces del local de Mixcoac cuando con sus botas y su chaleco de peluche, su sombrero charro, su burda y larga melena y ese gesto feroz que decía “vengo a ganar” ya estaba en el ring. Yo tendría diez a

Luis Segura Vilchis: el terrorista mexicano.

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Por: Víctor Miguel Villanueva @Victormiguelv I ngeniero topógrafo de profesión, miembro de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) y jefe militar de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa (LNDLR) en el Distrito Federal durante la Guerra Cristera, Luis Segura Vilchis fue además un terrorista. Se propuso para asesinar al general Álvaro Obregón , para ello pretendió hacer volar un tren donde viajaba el Caudillo y en otra ocasión   arrojó bombas al auto del   político sonorense. Sus intentos fueron fallidos, en ambos fracasó. En el segundo fue detenido, confesó su culpabilidad y fue pasado por las armas el 23 de noviembre de 1927 junto con sus cómplices. Luis Segura Vilchis rumbo al paredón.              L uis Segura Vilchis nació el 23 de abril de 1903 en Piedras Negras, Coahuila. Huérfano de padre se mudó a la Ciudad de México donde recibió una educación marista. Siendo muy joven se unió a la ACJM cuando ya se veía venir la Cristiada y con tan s

El fusilamiento de Miguel Agustín Pro Juárez

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Por: Víctor Miguel Villanueva @VictorMiguelV A las 10:30 de la mañana el primero de los cuatro condenados a muerte ese 23 de noviembre de 1927 caminaba con paso firme y seguro. Con el convencimiento total de quien se dirige a su destino: la muerte; pero no cualquier muerte, sino a la “ofrecida” a Cristo para “salvar” a su Iglesia y así ingresar a la santidad. Por eso el padre Miguel Agustín Pro Juárez ni siquiera se percató de la presencia del general Roberto Cruz que lo observaba mientras caminaba al paredón de la Inspección de Policía donde sería fusilado. El beato Pro, al momento de ser fusilado.             E l padre Pro , según cuenta Mario Ramírez Rancaño, había revelado públicamente sus aspiraciones de santidad en el convento que administraba Concepción Acevedo de la Llata , la madre Conchita . A un grupo de monjas ahí reunidas les había dicho que rezaran para que él fuera santo y una vez que se cumpliera eso, él rezaría para llevarlas al cielo. El padre Pro y la