José de León Toral, el deportista.

Por: Víctor Miguel Villanueva
@victormiguelvh

José de León Toral fue el autor material del magnicidio del 17 de julio de 1928 donde le quitó la vida al presidente electo Álvaro Obregón en el restaurante campestre de La Bombilla, en San Ángel. Por tal crimen fue fusilado en febrero de 1929 y sobre su vida se ha escrito casi todo; incluso, que fue deportista, practicante de gimnasia, box, basquetbol y de tener una genuina pasión por el futbol. De hecho, existe la posibilidad histórica de que José de León Toral haya sido en algún momento jugador del Club América, el equipo más ganador en la historia del futbol mexicano.


José de León Toral de futbolista.
Foto cortesía de Jorge A. De León.

            León Toral nació en Matehuala, San Luis Potosí, en abril de 1900. La vivienda donde nació y creció sigue en pie pero ahora es una tienda donde, a decir de su tío paterno Jorge Antonio de León, hace un par de años se colocó una placa para constatar el hecho de que ahí vivió el asesino de Álvaro Obregón y a quien desde 2003 se busca llevar a los altares como mártir de la Iglesia Católica. José quiso en su juventud estudiar para médico, abogado o ingeniero. Su hermano el general Jesús de León Toral, en un libro familiar de título Recuerdos y comentarios sueltos de mi familia (1), afirma que Pepe en esos años de juventud “no sentía vocación por el sacerdocio pese a su religiosidad”.
El general de León Toral en su libro –que no fue publicado– asegura: “Se había convertido José en un verdadero atleta. Practicaba la gimnasia de aparatos y el box, el futbol y el basquetbol, todo con destreza, sin abandonar las caminatas a que tan afectos nos había hecho nuestro padre. El resultado fue el de un cuerpo ágil y poderosamente musculado, casi como el del otro atleta de la familia, mi hermano Pablo”. Jorge A. De León conserva fotografías donde se ve a José de León Toral practicando con cierta destreza gimnasia en las barras paralelas. Igualmente hay instantáneas donde practica box y otras mas donde Pepe posa con playera sin mangas y es evidente que, en efecto, tenía el físico de un atleta. El autor del asesinato de Obregón estudió una carrera comercial y trabajó en el negocio familiar de su padre. En 1917 “era todavía muy retraído”, declararía a la prensa años después durante su detención por su crimen en La Bombilla.
Con cuerpo de atleta.
Foto cortesía de Jorge A. De León.
En 1920 José de León Toral se trasladó a la Ciudad de México. Fue aquí en la capital del país donde se acentuó su religiosidad. Después de trabajar, se dirigía a un templo a rezar un Rosario antes de acudir a su casa en Santa María La Ribera.  Sin embargo, su pasión por el deporte persistía y buscó un lugar donde practicar su gran pasión: el futbol. “Entré al Centro Unión, en 1920, y comencé a jugar futbol. Entré al Club Deportivo Internacional, en donde tres veces por semana jugaba basquetbol y los otros días hacía gimnasia”, declaró en los interrogatorios y en el juicio que se le realizó tras los acontecimientos del 17 de julio de 1928 (2).
Es aquí cuando la historia de José de León Toral se mezcla con la historia del Club América. Este equipo de futbol, próximo a cumplir cien años de existencia y con 12 campeonatos en la era profesional, fue fundado en 1916, pero de 1918 a 1920 cambió de nombre: de América pasó a Centro Unión. ¿Por qué el cambio de nombre? Porque a la institución llegaron grupos de jóvenes de colegios maristas de la capital y decidieron eliminar el nombre del América, pese a que en sus filas estaba el fundador del equipo: Rafael Garza Gutiérrez, Récord. Un personaje fundamental en la historia de ese club y del futbol mexicano, en general.
El historiador Mario Ramírez Rancaño confirma que José de León Toral formó parte de aquellos jóvenes de colegios maristas que se integraron al Centro Unión: “Lo hizo con la intención de practicar futbol, su deporte favorito” (3). J. Cid y Mulet en El libro de oro del futbol mexicano se refirió también al cambio de nombre del América y así lo explica: fue el “Resultado de la fusión de todos los grupos de los Colegios de los Hermanos Maristas de Alvarado, la Perpetua, Saviñón y San José” (4). Igualmente, el libro Águilas del América. Cronología de un equipo campeón sostiene que el cambio de nombre se debió a la llegada de los maristas al club que había fundado Garza y Gutiérrez dos años atrás (5).
José de León Toral (sentado a la derecha) con el Centro Unión.
Foto cortesía de Jorge A. De León.
Jorge A. De León cuenta con una foto donde su sobrino posa con el uniforme del Unión: calcetas y short negras, playera blanca con un enorme escudo circular donde con letras estilizadas se lee Centro Unión. José de León Toral jugó en la última etapa de ese club, 1920, en el actual Club América. El equipo de los jóvenes maristas y algunos fundadores del club, entre ellos Rafael Garza Gutiérrez, jugaron dos torneos: la Copa Amistad, que organizaba el Asturias. Según el Libro de oro del futbol mexicano; en el primero tuvieron un triunfo “muy halagador” y en el segundo fueron subcampeones. Luego de esto, la misma fuente refiere que Récord aprovechó un momento de discordia entre los maristas, para retomar el nombre original de América.
José de León Toral todos los domingos acudía a misa y de ahí se iba a jugar futbol “por la tarde paseaba con mis amigos, bien yendo al cine o a otra parte. Cuando me casé, me dediqué más a mi esposa que a mis amigos”. Sin embargo, entre las amistades que hizo en el futbol está una fundamental y determinante en su vida: la de Humberto Pro. Humberto, era hermano del padre Miguel Agustín Pro y tenía otro hermano menor de nombre Rodolfo; años después tendrían una participación sobresaliente en la Guerra Cristera que se desató en el país en 1926. Humberto y Pepe eran grandes amigos, incluso, ambos eran los capitanes de los equipos de futbol a los que pertenecieron. En varias fotografías aparecen con un gafete cada uno. Luego formarían parte de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) y de la Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa (LNDLR). Humberto pagaría con su vida el intento de atentar contra la de Álvaro Obregón en 1927, mientras que José sí mataría al Caudillo y también pagó con su vida por eso.
Cuando practicaba el boxeo.
Foto cortesía de Jorge A. De León.
En noviembre de 1927, el general Álvaro Obregón fue víctima de un atentado dinamitero en Chapultepec. Entre los responsables estaba Humberto Pro quien fue fusilado junto con su hermano el padre Miguel Agustín Pro y el ingeniero Luis Segura Vilchis, éste último un auténtico terrorista. Ese día de las ejecuciones, el presidente Plutarco Elías Calles le perdonó la vida a Rodolfo Pro, a cambio de ser exiliado en La Habana, Cuba.
Hasta aquel lugar José de León Toral le escribió al menor de los Pro. La revista Proceso publicó en 2012 dos cartas donde el asesino del general Obregón vuelve a mostrar su pasión, incluso fanatismo, por el futbol (6). En la primera, fechada el 11 de enero de 1928, José de León Toral al escribirle a Rodolfo Pro compara el fusilamiento de Miguel y Humberto con un juego de futbol. “Otra cosa que sentí mucho más (en serio) fue que no hayas hecho, o mejor dicho no hayas sido llamado a la acción que consumaron tus hermanos: uno centró, el otro remató; tú (en esta ocasión goal-keeper) imposible que marcaras también tu goal. Pero ¿cuántas veces un portero es el héroe del partido? Ya paraste mucho, te falta todavía más; sólo Dios N.S. sabe si te cambiarán de delantero. Pido que no interpretes para mal mis figuras; solamente para tu bien”.
El símil que utiliza José de León Toral se explica así: Rodolfo tuvo una participación mínima en el atentado dinamitero contra Obregón en Chapultepec; es decir, actuó de “goal-keeper”, de portero; mientras que sus hermanos no. Miguel Agustín lo planeo, “centró”; mientras que Humberto lo ejecutó, “remató”. Trata de consolarlo porque no “marcó” gol; es decir, por que no otorgó su vida. No hay que olvidar que para muchos de los que participaron en la Guerra Cristera, como León Toral, los hermanos Pro y Segura Vilchis, entre otros más, Dios los había “llamado” a dar su vida para “salvar” la fe cristiana del “anticristo” que era el presidente Calles. Por eso le dice “solo Dios N.S. sabe si te cambiará de delantero”; o sea si lo “llama” también a dar su vida por la religión.
El Club Alvarado. José de León Toral abajo derecha y
Humberto Pro también abajo a la izquierda.
Foto cortesía Jorge A. De Léon.
En una segunda carta, ahora de marzo de 1928, le manda saludos y le dice que luego de la muerte de sus hermanos, él se ha puesto a “trabajar”, es decir, prepararse para dar la vida como ellos por al Iglesia. Sobre su vida en particular le habla de sus dos pasiones: “He seguido jugando football y aún espero llegar a dar color. Sigo estudiando pintura y también tiro muy alto. Estoy trabajando por la causa y ¿me voy a contentar con poco? Comprendo que en football y en pintura podría no convenirme llegar alto, y Dios no me lo concedería, pero en lo tocante a la santificación de las almas Dios nunca falta, sino que supera nuestras esperanzas”.
Es decir, nunca dejó de practicar el futbol, “tiro muy alto”, o sea quería llegar lejos en esta actividad. También habla de su afición por la pintura; de hecho fue un gran dibujante e ilustró para la prensa cómo fue torturado en las prisiones de Mixcoac y San Ángel con una gran precisión. Pero lo más revelador es que “sigue trabajando” para otra cosa más importante que el futbol y la pintura: asesinar a Obregón para alcanzar la “santificación”.
De hecho, luego de que Miguel Agustín Pro fuera declarado beato por Juan Pablo II, un grupo –donde están algunos de los familiares de León Toral– comenzó el proceso para convertirlo en mártir. Para ser mártir la Iglesia Católica requiere, entre otras cosas, un “martirio material” y un “martirio formal”. El primero se refiere a que el Candidato haya sufrido de una muerte violenta. El segundo, a que esa muerte haya sido causada por el odio a la fe y que el mártir la haya aceptado por amor a la misma. Pero, sobretodo, que la causa sea impulsada desde una jerarquía católica, lo cual no parece suceder. Para que una persona sea declarada mártir por la Iglesia Católica no se requiere de un milagro, como en el caso de un santo, donde sí es indispensable no uno, sino hasta dos. Quienes impulsan la causa del Padre Pro, por ejemplo, esperan poder comprobar un milagro; el otro, ya es haber dado su vida “por la causa religiosa”.
El asesino de Álvaro Obregón.
Foto cortesía de Jorge A. de León.
            Mártir o no, José de León Toral fue un atleta que esculpió su cuerpo desde muy temprana edad con la gimnasia, el box, el basquetbol; que tuvo una gran pasión: el futbol. Para este último tuvo la misma devoción que para la religión: cada domingo iba a misa y jugar futbol; le “tiraba alto” para ser sobresaliente en este deporte. Asociaba los actos más trascendentales de su vida con el futbol. Amaba el futbol. Y sin embargo, no llegó a saber que aquel Centro Unión, donde jugó, con el tiempo se convirtió en el club de futbol más triunfador de México.

Notas:
(1) Jorge A. De León, tío de José de León Toral, nos proporcionó una hoja de ese libro. No tiene paginación y no se publicó.
(2) Lo declaró durante el juicio, se encuentra en varios libros sobre el tema y en los periódicos de la época.
(3) Mario Ramírez Rancaño. El Asesinato de Álvaro Obregón: la conspiración y la madre Conchita. UNAM, México 2014. Págs.102-105
(4) J. Cid y Mulet. Libro de oro del futbol mexicano. Costa-Amic Editor. México 1962. Págs. 128-129.
(5) Águilas del América. Cronología de un equipo campeón. AM Editores. México 2003. Págs. 18 y 19.
(6) Revista Proceso del 7 de febrero de 2012.

Comentarios

  1. Un héroe nacional, qué nacional mundial,. Limpió de la historia a un traidor que manchaba el orgullo nacional.

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