René Sánchez: el portero, el periodista y el amigo

 Por: Víctor Miguel Villanueva

@VictorMiguelV

René Sánchez: el portero, el periodista y el amigo. René Sánchez se destacó en los tres ámbitos donde participó: portero profesional, en los medios de comunicación y en la vida. En esta última, quien lo conoció sólo podría decir que se trataba de una excelente persona, un ser humano excepcional al cual, definitivamente, era irremediablemente, querer y apreciar. En el segundo punto, el de periodista, René hizo de todo y lo hizo bien: reportero, jefe de información, narrador y analista, lo traía en la sangre, heredó el oficio de don Raúl Sánchez Hidalgo. Finalmente, en el primero, en su paso por el futbol profesional, también dejó su huella imborrable en el Atlante y se ganó el cariño de una afición, como la atlantista, tan singular que a muy pocos considera suyos, y a René lo quiere mucho. En lo particular, debo decir, que conocí a René Sánchez en sus tres facetas y en las siguientes líneas quiero recordar algunas de las anécdotas que compartimos. No es un homenaje, ni mucho menos, es una sencilla forma de sacar el dolor que siento con su partida. 


Poste derecho: Era la segunda temporada del Atlante en el futbol de ascenso, la de 1989-1990. Pese a ser una división indigna para la historia de los Potros de Hierro, un buen número de aficionados acudía a la Ciudad de los Deportes. En la portería azulgrana estaba René Sánchez. Un portero sobrio, en lo físico y en su vestimenta; no es que fuera conservador, sino un respetuoso de su trabajo. Tenía la cualidad más importante para un guardameta: daba seguridad a su equipo y a la tribuna; era difícil hacerle un gol. Volaba cuando era necesario, sus manos atrapaban todo, recorría el aérea con prestancia y conocimiento de su lugar de trabajo. En pocas palabras, el arco del Atlante estaba bien resguardado. El cambio de técnico en el banquillo azulgrana, según él mismo contaba, le costó su puesto. Algo debió de ser cierto, pues para que una persona con la nobleza de René Sánchez se expresara con cierto rencor a ese técnico, es que algo había de cierto. Aún así, la afición del Atlante no lo olvidó nunca. Todavía, durante el I Congreso de Atlantistas, a finales de octubre de 2021, coleccionistas mostraban fotos de René Sánchez como portero del Atlante y aficionados le pedían fotografías y autógrafos. Quien lo reconocía le agradecía la forma en que cuidó la portería del Atlante en años tan difíciles para el llamado equipo del pueblo. Recuerdo que, a mediados de la primera década del siglo XXI, cuando Federico Vilar escribía su historia como el mejor portero atlantista de la era contemporánea, René Sánchez, en la redacción de MVS Televisión, me decía: “Yo tengo algo que Vilar no tiene”, después de la lógica pregunta de “¿Qué?, respondía: 

“Yo sí fui campeón con el Atlante”. Tenía razón. (Federico Vilar sería hasta 2007). 

Travesaño: Una ocasión, en la esquina de Abraham González y Lucerna, en el viejo edificio de la Federación Mexicana de Futbol, observé a un tipo, sobrio, como siempre, en su forma de vestir, con un suéter azul marino que tenía el escudo de MVS Televisión. Mi perenne manía de reconocer rostros pero no recordar dónde los había visto, se hizo presente una vez más. Sabía que había visto muchas veces esa cara, pero mi memoria no me ayudaba a esclarecer el lugar y así saber quién era. Finalmente, tuve una corazonada y luego una certeza: era René Sánchez, el exportero del Atlante. Así que, entre emoción y cautela, me atreví a llamar su atención y preguntarle si era él, quien yo pensaba que era. Tras una respuesta afirmativa, vino mi confesión de ser atlantista y mi seguridad para decirle “yo te vi jugar, eras bueno, muy bueno”. Así comenzó nuestra amistad. En 2004, justo el día de su cumpleaños, 4 de abril, me integré al grupo de Súper Estadio en MVS Televisión, donde René era jefe de información. Tres años trabajamos juntos, codo a codo, y quisiera sólo recordar tres anécdotas: 

Una, cuando despidieron a Hugo Sánchez de los Pumas de la Universidad Nacional, me invitó al patio a fumar un cigarro. Me dijo que escribiera la nota. Yo era jefe de redacción, no era mi labor, pero él era mi jefe. 

Le pregunté: “¿Te atienes a mi objetividad?” 

“Por eso te lo estoy pidiendo a ti”. Contestó. 

Al otro día tuve que enviar un correo electrónico a todo el equipo de Súper Estadio ofreciendo disculpas “por haber extraviado la línea editorial del programa”. 

Dos, también en el mes de abril, pero ahora de 2006, me pidió que sacara mi auto porque iríamos a cubrir una nota. ¿Tú y yo? preguntó mi incredulidad. Sí, desde luego, contestó. Nos dirigimos al lugar. Era en la esquina que forman las calles de Valladolid y Sinaloa, en la Condesa; sí, claro, en el lugar donde se fundó el Atlante, se cumplían 90 años y se develó una placa conmemorativa. Hicimos la nota y nos pasamos saludando y tomándonos fotos con Marcos Rivas, Eduardo Moses, José Luis González y otras glorias más del Atlante. Seguramente esa nota no la hicimos con mucha objetividad. 



Tres, por aquellos años se prohibió fumar en lugares cerrados. En la redacción, sin muchas opciones de ventilación, era un suicidio y una imperdonable irresponsabilidad fumar ahi. Pues bien, René y yo no entendíamos eso; él necesitaba tabaco para soportar la onerosa tarea diaria del guión del programa, yo lo requería para pensar en ideas novedosas para Súper Estadio y otras producciones. Ante nuestra irracional insistencia de fumar dentro de la redacción, el jefe de deportes, Carlos Marroquín, puso un letrero autorizando a la gente de seguridad a sacar de las instalaciones a “René Sánchez y a Víctor Villanueva si los ven fumando”. Fumar con René era respirar la nostalgia de tiempos pretéritos de nuestro Atlante. 

Poste izquierdo: Luego de la Copa del Mundo de Alemania de 2006, él permaneció en MVS Televisión y después emigraría a Televisa; yo me fui a Diario Monitor, el olor de la tinta siempre me fue más atrayente que las cámaras de televisión. Aún así, la amistad continuó pese a la distancia. Siempre estuvimos atentos el uno del otro; nos gustaba platicar del crecimiento de nuestros respectivos hijos. René era un excelente periodista, y trabajaba sin reposo, porque era su pasión, pero también, para que nada le faltara a sus hijos. Era un ejemplo de padre, de un padre proveedor, amoroso y orgulloso. Las últimas tres veces que nos vimos físicamente fue también por motivo de la pasión que compartimos: el Atlante. Él estuvo cuando mi libro Entrevero Azulgrana fue presentado en la Universidad Nacional Autónoma de México, acudió como ex portero y jugador campeón con Atlante y, desde luego, como amigo. Igualmente, cuando el mismo libro recibió un reconocimiento de parte de la Peña Atlantista del General Núñez, ahí estuvo René para acompañarme. Por último, el pasado 31 de octubre, nos encontramos en el I Congreso de Atlantistas. Mientras algunos invitados platicaban de la historia del Atlante, él y yo conversábamos de nuestros hijos, nos poniamos al tanto de sus respectivos logros y lo feliz que nos hacían esos logros. Compartiamos la certeza de que la definición de felicidad era ver a nuestros hijos triunfar en la vida. Desde luego recordamos anécdotas y mientras veíamos playeras y fotos antiguas, sin decirlo, jugábamos a quién sabía más de la historia del Atlante, quién tenía la referencia más rara y original o recordaba el juego exacto. Él firmó varias playeras y fotografías a los aficionados, yo apenas un libro. 


Al final nos despedimos. Un mes después, René Sánchez murió. Podría decir que en el cielo está atajando balones bajo una portería celestial; pero se me ocurre más pensar que el cielo, ahora mismo, es un mejor lugar, porque desde ayer, le tienen a él.

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